El paisaje poético de Sánchez Robayna se caracteriza por un conjunto de figuras obstinadas, ceñidas a lo elemental, cuya aparente simplicidad encierra austeros ejercicios de espíritu. Este libro es una profunda meditación sobre la condición problemática de la escritura contemporánea, todo lo contrario de una práctica inocente y arcaica. Su sensualidad y su fisicalidad nos recuerdan a los poetas «metafísicos» ingleses, pero también hacen evocar el idealismo trascendental, enfrentado a una ardua dialéctica entre el yo, la palabra y el mundo.