El poema busca arrojar luz sobre el ser y sobre la existencia. Busca, en sentido estricto, la iluminación. […]

Desde los grandes poemas clásicos occidentales hasta cualquier canción folklórica africana, el «yo» del cantor desaparece, y su lugar está ocupado por una conciencia impersonal. Para mí, el poeta debe siempre romper las trampas de la privacidad, la obturación del subjetivismo, para acceder a una zona abierta de encuentro con el mundo. Desde una indagación en su propia conciencia, el poeta ha de acceder a la despersonalización, porque de lo contrario su experiencia quedará sujeta a una especie de laberinto sin salida. En otras palabras: la disolución del yo da lugar a una libre aparición de la conciencia. Tal vez lo que el poeta persigue es lo que podríamos llamar, de manera paradójica, la intimidad de los grandes espacios, la entrada a un «afuera», la penetración en la luz.

[…] Lo real se entrega sólo en la desnudez. En lo concreto, en la carnalidad. En el cuerpo del mundo.

 

Andrés Sánchez Robayna




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