¿Vivió Odiseo las historias maravillosas que refiere a los deslumbrados feacios en la corte del rey Alcino? No hay manera de saberlo. Pudiera ser que sí y que su excelente memoria y su habilidad narradora enriquecieran sus credenciales de hombre de acción. Pero podría ser también que fuera un genial embaucador, el primero de esa estirpe de grandes fabricantes de mentiras literarias, tan seductoras que los lectores las vuelven a veces verdaderas, creyendo en ellas: los fabuladores.