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Vargas Llosa, Mario

Nació el 28 de marzo de 1936 en Arequipa (Perú). Sus primeros años los pasa en Cochabamba (Bolivia) hasta que en 1945 su familia vuelve al Perú y se instala en la ciudad de Piura. En 1953 va a Lima a estudiar Letras y Derecho en la Universidad. En 1939 viaja a Madrid para hacer un doctorado. Un año después se instala en Paris. Su temprana vocación literaria se ve recompensada con la publicación del libro de cuentos Los jefes (1959), premio Leopoldo Alas. Después vendrá su definitiva consagración con el Premio Biblioteca Breve, otorgado a La ciudad y los perros (1963). A ésta, le seguirán otras obras maestras como La Casa Verde (1966) y Conversación en la Catedral (1969). Hasta 1974 su vida y la de su familia discurre en Europa, entre París, Londres y Barcelona. Regresa al Perú donde escribe, entre otras, una obra tan ambiciosa como La guerra del fin del mundo (1981). En 1990 participa como candidato a la presidencia de la República. Luego de dos reñidas vueltas, pierde las elecciones y regresa a Londres, donde reanuda su actividad literaria de la que surgirá su biografía política El pez en el agua (1991). En 1993 obtiene el Premio Planeta por su novela Lituma en los Andes. Desde entonces su obra no ha dejado de crecer, con éxitos tan notables de crítica y publicó como La fiesta del Chivo (2000) o El paraíso en la otra esquina (2003), y se ha prodigado como conferenciante y profesor en numerosos foros y universidades de todo el mundo, y como articulista en los medios más prestigiosos. Ha obtenido los más importantes galardones cívicos y literarios, como el Premio Príncipe de Asturias (1986), el Premio Cervantes (1994) y el Premio Jerusalén (1995). Su obra, de alcance universal, ha sido traducida a más de treinta idiomas. En la década de los años setenta, la obra narrativa de Mario Vargas Llosa sufre una transición que tendría decisivas e inesperadas consecuencias para su concepción estética del género. Generalmente, la porción inicial de un novelista joven tiende a ser de exploración y búsqueda para hallar el mejor modo de expresar su visión personal del mundo. No ocurre así con Vargas Llosa, que surge en medio del esplendor de la novela hispanoamericana con las virtudes y rasgos propios de un joven maestro, capaz de escribir con la destreza de un novelista experimentado, que sabe adónde va y cómo llegar allí. […] Conversación en la Catedral señala la primera franca incursión del autor en el campo de la novela política, que más adelante alcanzaría una presencia protagónica en su obra. Presenta además algo nuevo y de gran trascendencia: una agónica e implacable indagación moral de un país bajo una dictadura, que marcó profundamente la juventud del autor y definió su contextura intelectual. En estas páginas hay un mórbido malestar existencial encarnado en Zavalita, el periodista consumido por su «mala conciencia» (en el sentido que le da Sartre) que le impide reconocerse en lo que hace o escribe. […] El paso que lo lleva de las cumbres épicas de Conversación en la Catedral al hallazgo del humor farsesco en Pantaleón y las visitadoras y al autorretrato del escritor como «escribidor» melodramático que encontramos en La tía Julia y el escribidor, señala, pues, un momento crítico en la evolución creadora de Vargas Llosa, más allá del carácter de entretenimiento que esas dos últimas obras presentan. Es un momento de transición y reajuste que le abre nuevas posibilidades, como puede verse en la producción que las sigue. (Fragmentos del prólogo de José Miguel Oviedo a las Obras Completas de Mario Vargas Llosa)