Ronja, de diez años, sueña con tener un árbol de Navidad. Pero su padre, un viudo amable y cansado, y víctima del alcohol, no consigue permanecer en un mismo trabajo el tiempo suficiente para ganar el dinero que gastar en lo que no es esencial. Este año parece que finalmente Ronja cumplirá su sueño, porque su padre ha encontrado trabajo en el mercado de árboles de Navidad. Pero… Con esta historia aparentemente simple y directa, en la que también tiene un papel importante Melissa, la hermana mayor, la autora describe desde la perspectiva de Ronja una infancia y una familia abocadas a la vulnerabilidad, en la que los niños tienen que crecer más rápido de lo que deberían, arreglárselas sin sus padres e incluso cuidar de ellos. Un libro emocionante y conmovedor, triste y lleno de bondad, que hace bien y duele, pero sobre todo te tiene en sus garras desde la primera a la última página. Y ante el cual incluso a quien no suele llorar cuando lee se le va a hacer difícil no hacerlo.




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