En 1934, la vida de Frigyes Karinthy sufrió un vuelco de consecuencias imprevisibles: le habían diagnosticado un tumor cerebral. Viaje en torno de mi cráneo arranca con los trenes invisibles que, un buen día, atraviesan los tímpanos del autor.

Es el primero de una serie de síntomas, pequeñas molestias que poco después derivaron en sospechosas advertencias de algo con visos de ser una grave enfermedad y que acabaron por adueñarse de su vida.