Anna, una escritora sueca de veintisiete años, llega a una ciudad universitaria de la República Checa para escribir su tesis doctoral sobre filosofía moral. Su supervisor, un filósofo de renombre internacional de cincuenta años, la recibe en la estación, y la tensión entre ellos es palpable desde el primer momento. Miradas, frases indirectas y alcohol pronto transforman la relación de mentoría en algo más.

La tesis de Anna se centra en la relación entre moral y literatura: «¿Cómo afecta la literatura a nuestras reflexiones éticas? ¿La inspiración es una fuerza positiva? ¿Pueden ser edificantes o, como mínimo, clarificadoras las novelas que consiguen que algo malo parezca útil?». No son preguntas sencillas. Es más fácil responder a otra: ¿Es buena idea tener una relación sexual con tu supervisor, que es veinte años mayor que tú? No, no lo es.

Aun así, Anna persiste en su comportamiento a pesar de ser consciente de que se autodestruye. Y para entenderlo escribe sobre todo ello inquieta por la fuerza seductora de hacer lo «prohibido» o por encontrar liberación en la sumisión, porque no sabe si es su voluntad o la de él la que está siguiendo.

De esta manera, el deseo sexual, el deseo de lo prohibido, el deseo de la literatura de crear la verdad y el de la filosofía de explicarla se mezclan en una historia cautivadora y elegantemente tejida sobre Anna y su atrevimiento a reconocer su lado oscuro con toda crudeza.



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