Un viejo y curtido Marinero es
el que detiene a uno de los tres.
«Por el largo brillo de tu barba gris y el de tus ojos,
di por qué de los tres me detienes a mí.

De par en par las puertas del novio están abiertas
y yo soy un pariente cercano;
los invitados ya llegaron y el banquete comienza,
¿no oyes el alegre alboroto de la fiesta?» […]

Mas con el brillo de sus ojos lo retiene
y el Invitado permanece inmóvil:
escucha como un niño al Marinero
que, a su merced y voluntad, lo tiene.

Sobre una piedra se sentó el Invitado,
pues nada hacer podía sino oír al anciano.
Y así habló el viejo Marinero
cuya mirada brilla tanto como el acero […]