Presa de súbito hechizo, Carmen Polo descubre una noche que todo signo de feminidad le ha desaparecido del pubis: ni vello, ni conductos, ni pliegues. Mas lo increíble revela su aciaga verdad: los riñones prosiguen con su excreción por todos los poros del cuerpo. Convertida en húmeda piltrafa, la mujer se apaga en secreta agonía. La servidumbre palatina se percata del trance, y su noticia se propaga por toda España en procaces coplas. Es la involuntaria profecía que Nikolai Gógol plasmó en su relato La Nariz. Atónito, Francisco Franco no sabe qué medida tomar: el tiempo es recio y aún no ha designado Sucesor.

Poderosos motivos vetan la consulta médica o el consuelo eclesiástico, y opta por recurrir a las artes lisboetas de un médium convocado por su hermano Nicolás. Su revelación: la paloma fugitiva se encontrará entre faralaes. Así pues, el Coronel Salgado y el joven Teniente Gelmírez parten a la Feria de Abril sevillana guiados por el ambiguo decreto. En la Caseta del célebre Esmeralda, varón entendido y entendedor, creen encontrar lo que buscan. Mas el periplo se dobla y desdobla tras un Santo Grial de ambiciones, y a los enviados los arrebata el vórtice de la España manola y asimétrica.