El autor aprovecha la humillante y represiva circunstancia en la que se halla para hablar sobre sí mismo, sobre su pasado, sus esperanzas y sus temores, y también sobre el teatro y sobre sus propias aficiones. Tal es el contenido de las cartas que ahora el lector tiene ante sí. Eludiendo la censura a través de un estilo abstracto y de un subversivo misticismo, Havel reflexiona acerca de un tema presente en toda su obra como dramaturgo, el de la exigencia de la responsabilidad individual y ética.