En un atardecer de septiembre de 1905, una niña nace de una madre aturdida por el opio en la antigua ciudad de Esmirna. En ese mismo instante, un apuesto espía indio llega al puerto con una misión secreta del Imperio británico. Navega entre agujas y minaretes dorados, el aroma de higos y sicomoros, y los gritos de los vendedores ambulantes que anuncian sus productos. Cuando marche de Esmirna, diecisiete años después, lo hará aterrorizado por el denso olor a queroseno y humo mientras las llamas devoran la ciudad y sus habitantes hasta su total destrucción.

Muchas cosas habrán ocurrido entre su llegada y su partida. Nacimientos, muertes, romances y duelo están por venir mientras estas calles pacíficas y cosmopolitas se utilizan como moneda de cambio tras la Primera Guerra Mundial y la disolución del Imperio otomano. Narrada a través de los destinos entrelazados de una familia levantina, una griega, una turca y una armenia, esta inolvidable novela revela una ciudad y una cultura ahora perdidas en el tiempo. Y unos personajes que siguen teniendo muchas cosas que decirnos, pues como afirma Sherezade, «cuando resurgí de las cenizas de la ciudad perdida, me llamaron Sherezade. A pesar de que un siglo ha pasado desde mi nacimiento, aún no ha llegado a su fin mi vida, condenada a cien años de silencio. Aunque mi lengua esté muda lo contaré todo».



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