«Pasar entre las formas como un animal entre la hierba, quedando tan solo la fragancia en su pelaje. Aspiro a ser el humilde aprendiz de ese animal.» Así define Chantal Maillard (Bruselas, 1951) la labor de escritura que arrancó hace casi tres décadas y con la que ha fundado un territorio híbrido, abierto, fronterizo, entre la poesía y la filosofía, el ensayo y la reflexión diarística, lo personal y lo colectivo, lo humano y lo no humano… La obra de Maillard aspira a encarnar el trabajo de la conciencia y al mismo tiempo a curarnos de nuestra ceguera como especie, nuestro orgullo desmedido. Este volumen, que reúne la obra estrictamente poética compuesta en lo que llevamos de siglo, de Matar a Platón (2004; Premio Nacional de Poesía) en adelante, es una lección de vida y pensamiento, capaz de iluminarnos y darnos consuelo, alivio. Lo dice ella misma: «Escribo
para que el agua envenenada pueda beberse».

Una lengua nueva, un deslizante discurso que encuentra su centro en el daño y el sufrimiento, en el consuelo
y la inocencia, en la sinceridad con que expone la radicalidad de la encarnación humana.
antonio ortega

Pocas obras tan sugestivas y hondas en estos últimos
años, entre nosotros, como la de Chantal Maillard.
Antonio colinas