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Heym, Georg

(Hirschberg-Silesia, 1887- Berlín, 1912) nace y se educa en una familia protestante de funcionarios y terratenientes dominada por un padre frío y dictatorial. Uno de los temas centrales del poeta es justamente el conflicto padre-hijo, del que se derivan, asimismo, su carácter rebelde, su visión catastrófica de la vida y una predisposición natural a la tristeza. En 1900, con trece años, Heym se traslada a Berlín, donde realiza, por imposición paterna, estudios de Derecho. Allí se entrega a su sueño de convertirse en escritor y se interesa por los círculos intelectuales y la bohemia berlinesa. En 1910 entra a formar parte del círculo de literatura expresionista Der Neue Club, que le sirve de apoyo en los momentos adversos y le ayuda a liberar su temperamento apasionado y rebelde. Fascinado por la dimensión infernal y deshumanizada de la gran urbe, quiere descubrir lo que se oculta en ella como amenaza. Por esta singular capacidad de observación, Heym pasa a ser conocido en la literatura alemana como «el poeta de la gran ciudad» o «el poeta visionario». Su Diario nos revela su gran admiración, entre otros, por Hölderlin, Novalis, Büchner, Baudelaire, Stendhal, Rimbaud, Verlaine, Keats o Poe, así como por pensadores como Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer. Se interesa también por la obra de Goya, El Bosco, Van Gogh, Ferdinand Hodler, Alfred Kubin y lo pintores simbolistas Arnold Böcklin y Max Klinger. Heym pertenece a la llamada primera etapa del Expresionismo alemán (1910- 1914), en la que la producción lírica predomina sobre la narrativa. Aunque Heym comienza a escribir poesía desde la infancia, el grueso de su obra surge entre 1910 y comienzos de 1912, cuando muere ahogado con tan solo veinticuatro años en el Wannsee. A pesar de su muerte prematura, la obra del joven escritor tiene cierta extensión y comprende no solo poesía, con poemarios como El día eterno, Umbra vitae o Maratón, sino también cuentos (El ladrón), dos dramas (Der Feldzug nach Sizilien y Atalanta), pequeños textos en prosa poética y un Diario. Gracias a revistas como Der Demokrat, Der Sturm y Die Aktion, donde Heym publicó sus primeros poemas.