El ataque terrorista de Hitler conta Estados Unidos


En junio de 1942, ocho saboteadores alemanes desembarcaron en las costas de Florida y Long Island con el propósito de destruir objetivos estratégicos y sembrar el pánico entre la población norteamericana. La misión, sin embargo, fracasó, y el presidente Roosevelt ordenó que los terroristas fueran juzgados por una comisión militar en vez de por tribunales federales. Seis de ellos fueron ejecutados; dos, condenados a cadena perpetua. Lejos de ser una mera curiosidad, Pierce O’Donnell pone de relieve la actualidad del caso, cuando cientos de «combatientes enemigos» y de estadounidenses sospechosos de actividades terroristas permanecen recluidos en la base naval de la bahía de Guantánamo y en otras instalaciones militares norteamericanas sin haber sido acusados formalmente y sin derecho a asistencia letrada.

Para justificar tal reclusión, el presidente George W. Bush ha apelado justamente al precedente del caso de los saboteadores alemanes. En un relato apasionante basado en las transcripciones del juicio así como en documentos inéditos, Pierce O’Donnell analiza los argumentos esgrimidos para legitimar la suspensión de derechos elementales en situaciones de emergencia nacional. Y nos advierte sobre un hecho capital en las sociedades democráticas: «La facilidad con que se invoca la necesidad militar como justificación para sojuzgar las libertades civiles en tiempo de guerra».