Cerca de Wilno hay un bosque. Un bosque donde los partisanos viven casi como animales: enfrentados al hambre y al frío, al enemigo que ocupa sus ciudades, que roba a sus vecinos, que mata a sus compatriotas, que viola a sus mujeres. El invasor nazi ha ocupado Polonia y Lituania, y aunque la mayoría ha optado por acatar las crueles normas del dominador, unos cuantos han huido y se han ocultado entre los árboles, en madrigueras bajo tierra. Pero la guerra no deja a nadie incólume. La naturaleza, tampoco. Hace falta muy poco para que un hombre se convierta en una bestia, para que el ansia de libertad o de justicia se transforme en odio. Tal vez sólo Janek, apenas un adolescente, Janek, que llora cuando escucha música y es capaz de descubrir el amor en el caos, sea capaz de encontrar, en medio de la oscuridad, el camino que sale del bosque y permitirá restaurar la dignidad humana.

Además de constituir un veraz relato sobre la resistencia partisana contra los nazis y la vida bajo la ocupación, esconde, bajo la apariencia de un cuento, una lúcida reflexión sobre el totalitarismo, la degradación del ser humano y los peligros que conlleva tratar de imponer un ideal y olvidarse de las personas a las que éste debería servir.